“No quiero hacer un vino comercial que siempre sea igual, prefiero elaborar cosas pequeñas y personales”
Tras un vida en la mar como armador de palangre, Antonio Saborido se vio forzado un día a dejar esta actividad por cuestiones de salud. Ese cambio profesional ha sido finalmente una bendición ya que le ha permitido dedicarse en cuerpo y alma a la bodega familiar, dando el paso de modernización y calidad que requerían los nuevos tiempos. Sus vinos “Xirpin”, “Raposo de Xirpin” o “Miúdo” son pequeñas joyas muy valoradas por los entendidos. Si logran hacerse con una botella entenderán el porqué.
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